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Great Himalaya Trail

Great Himalaya Trail

Dani Benedicto, tras completar el Great Himalaya Trail: “A la gente le gusta ver que hay personas normales haciendo cosas extraordinarias”

Dani, uno de los dos jóvenes que ha atravesado el Himalaya en 99 días, nos detalla cómo encaró sin apenas experiencia esta travesía invernal de 1.700 km.

La reciente travesía de Dani Benedicto y su compañero Sergi Unanue en el Great Himalaya Trail ha impactado con fuerza en los medios de comunicación, especialmente en Cataluña. El gancho, que ellos mismos han lanzado, es que a sus 26 años se han convertido en las personas de menor edad en completar este trekking en Nepal, conocido por sus inagotables 1.700 km y sus pasos de altura.

El dato lo extraen de la base de datos de Himalayan Adventure Labs, en la que figuran 95 finishers del recorrido de los que solo 6 lo han realizado sin porteadores ni guías. Ellos, que han tardado 99 días, ya han enviado la información para engrosar este último listado en los próximos días.

Pero al margen de cifras y récords, es interesante conocer de primera mano las vivencias y dificultades que estos jóvenes sin apenas experiencia en montaña invernal han encontrado en una actividad tan larga, con una decena de pasos por encima de los 5.000 m de altitud y en condiciones invernales.

También las reflexiones de dos chicos “completamente normales” -Dani ha terminado sus estudios de Ciencias Políticas y Sergi da sus primeros pasos como periodista-, que un día cogieron una gran mochila y se fueron a recorrer el mundo. También la montaña.

“Solo nos conocíamos de Instagram, pero no dudó en apuntarse”

¿Cómo os conocisteis?
Sergio y yo llevamos unos años viajando, normalmente en solitario, por diferentes lugares del planeta. Nos conocimos en 2018 en Mongolia de una forma un tanto surrealista: una amiga nos puso en contacto y yo le propuse comprar unos caballos para recorrer parte así parte del país. Solo nos conocíamos de Instagram, pero no dudó en apuntarse. Fue un inicio de la relación muy potente, sobre todo cuando me dí cuenta de que él no había subido nunca a un caballo. Esa aventura duró un mes y nos unió mucho porque compartimos una manera de entender el turismo y de relacionarnos con el resto del mundo.

Y después de caballos en Mongolia, os fijasteis en el Great Himalaya Trail. ¿Por qué?
Por casualidad. Estando en un bar en Nepal, una chica se me acercó y me comentó de su existencia. Nunca había oído hablar de esta ruta pero sonaba muy interesante: era un auténtico reto, una forma de desafiar mis propios límites y de probar cosas nuevas. Me compré una guía de segunda mano y lo empezamos a organizar.

“Fuimos bastante a ciegas”

¿Fue sencillo encontrar información para saber dónde os estábais metiendo?
En internet hay muchas entradas pero poca información. Son publicaciones muy repetidas que además suelen estar controladas por las agencias turísticas, por lo que su finalidad es puramente comercial. Así que realmente fuimos bastante a ciegas.

Pero es una ruta muy larga, en la que hay que atravesar varios pasos por encima de los 5.000 m de altitud, y además en invierno. ¿Qué experiencia previa teníais?
Como viajeros, mucha, pero alpinismo o alta montaña, muy poca. Esa búsqueda de desafiar nuestros propios límites y de vivir situaciones nuevas es lo que nos movió a hacerlo. Lo que sí que sabíamos por nuestra experiencia vital es que funcionábamos muy bien en situaciones de estrés: sabemos parar, crear una perspectiva general y tomar buenas decisiones.

“Uno de los mayores peligros fue atravesar los glaciares. Llevábamos crampones y piolet, pero no cuerda ni arnés”

Imagino que además del frío, tendríais que hacer frente a los riesgos de la montaña invernal, con pasos expuestos con nieve, peligro de aludes…
Sí, creo que uno de los mayores peligros fue atravesar los glaciares. Llevábamos crampones y piolet, pero no cuerda ni arnés, por lo que era un poco lotería ir caminando sobre la nieve sin saber si debajo había suelo firme o un gran agujero. También nos preocupaban los desprendimientos de piedras que habitualmente se producen en los caminos de Nepal. Para evitarlos, salíamos lo antes posible mientras todo permanece helado.

En caso de problemas, ¿qué hubiérais hecho?
Normalmente en los puntos problemáticos nos separábamos. Yo iba primero como conejillo de indias y Sergi llevaba un dispositivo de seguridad para poder avisar para un posible rescate. Así dicho suena bastante seguro, pero en función de las condiciones meteorológicas podrían tardar días en llegar hasta nosotros.

“Le pusimos todo el sentido común que pudimos y cruzamos los dedos en algunas ocasiones”

¿Hasta qué punto ha sido una experiencia aventurera o temeraria?
En la montaña la suerte siempre cobra un papel importante. Por ejemplo, los aludes son un tema muy complicado y tuvimos que pasar por un par de puntos donde vimos cómo habían barrido árboles y animales. Dentro de eso, le pusimos todo el sentido común que pudimos y cruzamos los dedos en algunas ocasiones.

¿Cómo hacíais para comer y dormir?
Normalmente, el sistema que se utiliza en Nepal es pagar por el plato de comida típico y a cambio te dejan también un lugar donde dormir. Puede ser el suelo o una cama, si tienes suerte. También tuvimos que acampar en tienda bastantes noches y cocinar por nuestra cuenta. Obviamente, nos saltamos muchas comidas.

“Los límites realmente no existen, que el verdadero límite es la muerte”

¿Con qué os quedáis de esta experiencia?
Me quiero quedar con el hecho de que hemos terminado una ruta que desde casa se puede ver como imposible o solo reservada para profesionales.

Me comentabas que estas buscando conocer tus propios límites. ¿Crees que los has encontrado?
No, de hecho pienso que los límites realmente no existen, que el verdadero límite es la muerte. Cuando estás muy cansado, siempre puedes tirar más, es una forma de ir ampliando lo que creías que eran tus límites.

“Queremos cambiar la mentalidad de las vacaciones rápidas al resort por algo más local y sostenible. También queremos quitar muchos miedos a la gente”

Tanto durante la travesía como al finalizarla no habéis dejado de lado la comunicación en medios, redes sociales… ¿Por qué?
Esta actividad del Great Himalaya Trail se enmarca dentro de algo mucho mayor que es el objetivo de dar la vuelta al mundo sin aviones, que tenemos los dos. A ambos nos gusta dar a conocer nuestra manera de viajar y de ver el mundo, con la intención de cambiar el modelo turístico actual en el que hay muy poca conexión con la gente local y con el medio natural. Queremos cambiar la mentalidad de las vacaciones rápidas al resort por algo más local y sostenible. También queremos quitar muchos miedos a la gente. Cuando hace años empecé a hacer autostop, mucha gente me ha dicho que era muy peligroso y ahora es mi principal forma de moverme. Con el GHT ha ocurrido algo parecido, nos decían que no podríamos hacerlo, que era demasiado largo, difícil o caro, pero lo hemos hecho.

¿Cuánto os ha costado?
Nos tuvimos que gastar 1.000 euros en material, porque veníamos de otros lugares más cálidos donde no era necesario tener un chaqueta técnica u otro material como tienda de campaña o sacos. A partir de ahí nos hemos gastado unos 10 euros diarios entre comida y alojamiento, es decir, unos 1.000 euros. Si lo comparas con los 35.000-50.000 dólares que te cobran las agencias…

“Solo somos dos viajeros que en un momento de nuestras vidas nos hemos propuesto un gran objetivo”

Un dato sorprendente.
Nepal se está convirtiendo en un sitio donde los turistas se dejan mucho dinero y donde los precios están subiendo desorbitadamente. Pero al margen del dinero, nos gusta porque es una experiencia mucho más real. ¿Qué gracia tiene hacer el GHT si no te tienes que preocupar ni por llevar tu mochila? Nosotros queríamos una relación con la montaña mucho más sincera: de tú a tú.

¿Por qué crees que vuestra historia está teniendo tanta repercusión?
A la gente le gusta ver que la gente normal puede hacer cosas extraordinarias. Nosotros no somos ningunos expertos, solo dos viajeros que en un momento de nuestras vidas nos hemos propuesto un gran objetivo y teníamos muchas ganas de alcanzarlo.

Fuente: Revista “DESNIVEL” (leer más…)

Carlos Soria y el Dhaulagiri

Carlos Soria y el Dhaulagiri

CARLOS SORIA CUMPLE 81 AÑOS CON LA VISTA PUESTA EN EL DHAULAGIRI Y SIN APOYO ECONÓMICO

Carlos Soria cumple hoy 81 años. Lleno de vitalidad, entrenando todos los días con la vista puesta en partir al Dhaulagiri esta primavera. Por el momento no cuenta con ningún apoyo económico, algo increíble tratándose de un proyecto único. Y, sobre todo, de un ejemplo de vida que nos inspira a todos y nos enseña que no hay edad límite para vivir nuestros sueños.

Carlos Soria cumple hoy 81 años. Y sigue tan lleno de vitalidad, energía, sueños, proyectos, ilusiones como siempre. Viviendo el sueño que tuvo cuando siendo un adolescente descubrió la montaña: ser alpinista. 

Para Carlos ser alpinista es algo a lo que está dedicado en cuerpo y alma porque para él significa disfrutar de la montaña, vivirla como a él siempre le ha gustado hacerlo: dándolo todo.

Disfruta siempre en la montaña, incluso cuando tiene que estar largas temporadas en un campo base esperando la llegada del buen tiempo. Porque está donde quiere estar.

Pero no es fácil. Para estar como él quiere estar: siendo autónomo, sin depender de otros, llevando el ritmo que le permite la edad (que no es lento precisamente)  hay muchas horas de preparación, entrenamiento y, sobre todo, mucho trabajo.

Un dato increíble: a sus 81 años, sigue cotizando como autónomo (teniendo en cuenta que comenzó a trabajar a los 11 años, debe ser una de las personas de nuestro país que más años lleva dado alta).

En otro país que no fuera España, un personaje como Carlos Soria no sólo no se vería obligado a seguir cotizando, sino que contaría con todo el apoyo institucional, también, de empresas privadas para llevar a cabo su proyecto, un reto único a nivel mundial: completar los Catorce con más de ¡81 años!

Lo que quiere hacer Carlos Soria no es fútbol, tampoco un deporte olímpico, pero es un reto único que tardará muchos años en ser repetido a nivel mundial por otra persona.

Carlos nos enseña que la edad no es el límite para vivir con plenitud. Que la vida sólo se acaba el día que se acaba y que, mientras tanto, nuestra obligación es vivir nuestros sueños aunque estos sean tan locos e imposibles como completar los Catorce con más de 81 años.

Si tuviera apoyo, tampoco sería un sueño tan loco e imposible pues sólo le faltan dos -Dhaulagiri y Shisha Pangma- y está sobradamente preparado física y psicológicamente para afrontarlos.

Ahora sólo le falta apoyo económico para poder partir esta primavera al Dhaulagiri. Por ahora, parece increíble pero es así, no tiene nada.

Pero él sigue entrenando, preparándose y cotizando a la seguridad social. Un ejemplo para todos. Y una reflexión para quienes desde puestos públicos y privados deberían estar apoyándole. En pocas cosas tan importantes se podría invertir dinero como en apoyar este proyecto, que formará parte de la leyenda del deporte y, sobre todo, nos motivará a todos a vivir nuestros sueños independientemente de la edad.

¡Féliz cumpleaños Carlos! Esperamos que pronto estés en la cima del Dhaulagiri.

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El alpinista que no quiso ser oveja

El alpinista que no quiso ser oveja

Alex MacIntyre, leyenda de la escalada pura adelantado a su tiempo, murió a los 28 años al caerle una roca en el Annapurna

Cabe preguntarse dónde afinó su puntería el destino. Un día de otoño de 1982, un bloque de piedra del tamaño de una maceta se desprendió y rodó por la caótica ladera sur del Annapurna (8.091 metros). Cayó justo en la cabeza del alpinista inglés Alex MacIntyre, que ya estaba muerto cuando su cuerpo aterrizó en la nieve y empezó a deslizarse cada vez más rápido hacia la base de la pared. Tenía 28 años y hasta ese día parecía inmortal. Admirado entonces, ahora es un alpinista de leyenda. La pequeña lápida en su memoria a los pies del Annapurna recoge una frase atribuida a un proverbio tibetano: “Es mejor vivir un día como un tigre que una vida entera como una oveja”.

Alex vivió su vida de alpinista a pecho descubierto, obsesionado con escalar las montañas más difíciles, pero no de cualquier manera. La ética, el estilo, importaba mucho más que el éxito o la conquista de una pared virgen. Resultaba fundamental no traicionarse, no ceder ante sus propios miedos, y MacIntyre, como todos los alpinistas con cerebro, disponía de su propia colección de miedos. Superarlos era más una cuestión de supervivencia emocional que de orgullo y fanfarronería.

El Reino Unido tiene tan poca roca y terreno de alta montaña como grandísimos alpinistas. En los años setenta del siglo XX, el subsidio del paro sirvió para que un pelotón de escaladores británicos se empadronasen extraoficialmente en Chamonix, dispuestos a formarse en las caras norte más famosas de los Alpes. MacIntyre fue uno de ellos, y era de los que más necesidad de aprender tenía, puesto que ni era especialmente valiente ni hábil escalando en roca. Pero tenía un don para moverse con piolets y crampones en alta montaña.

En esos años, las técnicas de asedio de las montañas de los Alpes formaban parte del pasado: reinaba el estilo alpino, es decir, un tú a tú con la montaña en igualdad de condiciones, sin trampas, sin atajos y con el compromiso como regla principal de un juego altamente peligroso. Se trataba de aunar inteligencia, técnica, fortaleza física y valentía para adentrarse en una pared austera y salvaje y escalarla de la forma más limpia y veloz posible. Eso es el estilo alpino, y es sagrado.

El primer ‘ochomil’

En esa época, en el Himalaya todo estaba por hacer. Solo había que imponer el mismo patrón admitido en los Alpes. No existe una respuesta para la gran pregunta del alpinismo: ¿por qué sus actores arriesgan sus vidas? Esto no significa que los alpinistas no sean conscientes del riesgo que asumen… Pero, claro, todos creen que burlarán la fatalidad, incluso cuando acuden a los funerales de sus amigos alpinistas.

MacIntyre firmó ascensiones en el Himalaya que aún hoy alucinan a los mejores: En 1978, dentro de una improbable expedición anglo-polaca al Hindu Kush abrió sendas vías en el Koh-i-Bandaka y el Changabang junto a John Porter y Woytek Kurtyka. Tras pasar con éxito por la Cordillera Blanca (Perú), en 1980 se enfrentó a su primer ochomil para abrir una ruta en la cara este del Dhaulagiri (junto a Kurtyka, Ludwik Wilczyczynski y René Ghilini). En 1981, realizó dos intentos a la temible cara oeste del Makalu, primero con su gran amigo Kurtyka, y más tarde con otra de las grandes leyendas polacas: Jerzy Kukuczka.

MacIntyre estaba desatado. Ya no era el chico que dudaba, que deseaba demostrar su valía y su valor, que buscaba imponer su forma de entender la montaña. La fortuna le había asociado con la mejor compañía, ingleses y polacos, tipos que se veían capaces de llevar a cabo cualquier sueño. MacIntyre buscaba un sitio en la historia del alpinismo, la fama necesaria para poder llevar más tarde una vida despreocupada.

Como los soldados

John Porter, su amigo y posterior biógrafo, le recuerda ansioso ante la posibilidad de sufrir un accidente, pero resuelto a cumplir todo lo que se había propuesto. No cerraba los ojos ante el peligro: le seducía la idea de burlar las trampas de la montaña, con seriedad y una valentía que él mismo comparaba a la de los soldados en las guerras mundiales. Escalar una pared virgen en el Himalaya, decía entre risas, es como abrirse paso hacia las trincheras enemigas, tratando de elegir esa trayectoria que evite un balazo, una explosión, una mina o un francotirador. Sabes que tienes que correr, ser hábil y valiente, pero desconoces hasta qué punto está o no en tus manos sobrevivir.

Alex estuvo en el centro de un terremoto que alteró las reglas del juego, fue una de las piezas clave de una generación de escaladores excepcional que desapareció mucho antes de lo esperado. La lista de ausencias es terrible: Joe Tasker, Peter Boardman, Jerzy Kukuczka, Roger Baxter-Jones, Al Rouse, Georges Bettembourg, John Syrett o Jean Marc Boivin. Se dice que la mala suerte mató a unos y la ambición a otros. El problema es que no existe alpinismo sin ambición. John Porter recuerda en su obra Un día como un tigre cómo una anciana le preguntó una vez en un aeropuerto por qué llevaban tantas maletas: “Es el equipo, porque somos alpinistas”, contestó. “Ah, sí, he leído sobre vosotros: ¡os vais muriendo pero siempre llegan otros que os relevan!”.

En primavera de 1982, MacIntyre, Roger Baxter-Jones y Doug Scott firmaron la primera ascensión del Pungpa Ri y la apertura de una nueva ruta en la cara suroeste del Shisha Pangma, desde entonces un lugar santo para el estilo alpino. Su frenesí bien calculado le condujo hasta los pies de la cara sur del Annapurna. Le acompañaban Porter y Ghilini, pero Porter enfermó y contempló marchar por última vez a su amigo. Pretendían escalar la impresionante pared con apenas un par de tornillos de hielo, tres pitones de roca y una cuerda famélica. En realidad pretendían, sin saberlo, adelantarse varias décadas a su tiempo. En 2013, el genial Ueli Steck escaló una ruta nueva en la misma pared y regresó al campo base en 28 horas. Puede que sonriese al leer el epitafio en la lápida de MacIntyre.

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El alpinismo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

El alpinismo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

“Un ejemplo positivo de una relación duradera entre los seres humanos y su entorno”.

El alpinismo ha sido declarado este miércoles como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la Unesco. La decisión fue tomada por un comité especial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura que se reúne desde el 9 de diciembre en Bogotá, la primera capital de Latinoamérica en acoger este encuentro de periodicidad anual.

Nacido en el siglo XIV en los Alpes, el alpinismo, una disciplina que trasciende lo deportivo, había sido propuesto conjuntamente por Francia, Italia y Suiza. Esta actividad “ofrece un ejemplo positivo de una relación duradera entre los seres humanos y su entorno“, subrayan desde la Unesco.

La postulación de esta disciplina para su consideración como Patrimonio de la Humanidad data de 2011, año en que se creó un comité directivo entre franceses e italianos, dos de los países promotores. Suiza se unió luego aportando sus conocimientos en gestión de avalanchas.

ESTILO DE VIDA

En el alpinismo se crean relaciones “a menudo sólidas y largas” entre sus practicantes y que incluyen una “dimensión espiritual y ética”, reza el documento de la propuesta que fue acogida por la Unesco. “Es una manifestación de la relación compleja entre el hombre, la naturaleza y el universo“, agrega.

En Italia, unas 311.000 personas pertenecen a clubes de alpinismo, mientras que Suiza registra 150.000 y Francia 95.000 afiliados. “Este es un estilo de vida para muchos”, dijo Pierre Mathey, secretario general de la Asociación Suiza de Guías de Montaña. Es “una práctica física con una cultura compartida, un arte hecho de conocimiento, know-how y adquisición de conocimiento sobre el medio ambiente”.

La Unesco recibe anualmente cientos de pedidos de los 178 Estados que ratificaron la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial de 2003, pero acepta considerar poco menos de 50 casos cada año. Un comité integrado por 24 países toma la decisión final basado en recomendaciones de los expertos. Si bien el ingreso en esta lista les da un sello distintivo, la declaratoria es solo la parte más visible del proceso, cuyo objetivo final es la protección de la diversidad cultural frente a la creciente globalización.

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Nueva hazaña: Cumbre en el  Hvannadalshnúkur

Nueva hazaña: Cumbre en el Hvannadalshnúkur

Los alpinistas canarios Juan Diego Amador, Alberto Peláez, Cesar Dabara y Raúl Martínez han hecho cumbre en Hvannadalshnúkur, la cima más alta de Islandia.

Esta cumbre con apenas 2.110 metros es esquiable prácticamente desde el nivel del mar. En esta época del año las condiciones meteorológicas son adversas para el alpinismo, pues al rigor térmico se le suman las constantes borrascas que barren la isla, dejando abundantes precipitaciones y nevadas.

Finalmente lo han conseguido!!! Repentinamente el tiempo ha mejorado y a pesar del cansancio han hecho un nuevo intento hasta coronar la cima. Sin duda una gran actividad deportiva y una nueva hazaña para el equipo.

Muchas felicidades!!!!

 

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